Las ciudades son los grandes motores de la economía moderna. Estas producen cerca del 80% del PBI mundial y reúnen más de la mitad de la población del planeta, pese a que solo ocupan el 3% de la superficie terrestre. 

No obstante, el lugar que ocupan actualmente es logrado y sostenido a expensas de un consumo exponencial de recursos que pone una gran presión sobre el medio ambiente y los ecosistemas naturales. Es así como, hoy en día, las áreas urbanas son responsables del consumo del 75% de los recursos naturales, del 66% de la energía producida y del 54% de los materiales del mundo, y se espera que para 2050 expliquen el consumo del 80% de los alimentos disponibles. 

Como correlato de este modelo de desarrollo lineal de producción, consumo y descarte, día a día se genera una abrumadora masa de desechos, que trae grandes riesgos sobre el ambiente y la salud de las personas, e impone serias limitaciones al modelo de desarrollo actual y su sostenibilidad a futuro. En otras palabras, las urbes explican entre el 50 % y el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero y aproximadamente la mitad de los residuos sólidos del planeta.

En este marco, una adecuada gestión de los residuos urbanos es fundamental para la promoción de un hábitat digno y sostenible. Por ello. es menester tomar medidas urgentes que involucren a todos los sectores de la sociedad en la reducción, la reutilización y el reciclaje de los residuos. De lo contrario, según el Banco Mundial, la cantidad de desechos a nivel mundial aumentará un 70% en los próximos 30 años producto de la rápida urbanización, el crecimiento poblacional y el tipo de desarrollo económico vigente.

Frente a este panorama, diversas ciudades alrededor de América Latina han promovido y adoptado nuevas formas de producción y consumo circulares, que resulten en un aprovechamiento y una valorización de los residuos generados. Estas políticas no solo permiten reducir los desechos generados, sino que son que, a su vez, son valiosos instrumentos para promover la creación de nuevas fuentes de trabajo y la inclusión social. Entre las mismas, podemos destacar los casos de:

Belo Horizonte (Brasil). Su Centro de Reacondicionamiento de Computadoras recibe, recupera y da un nuevo destino a las computadoras utilizadas y descartadas por organismos públicos, empresas privadas y habitantes de la ciudad. Allí, los equipos son restaurados por ciudadanos previamente capacitados, provenientes de los sectores de menores ingresos, para luego ser destinados a más de 300 "sitios de inclusión digital" al servicio de la población.

Cajica (Colombia). A través del programa “Caneca Verde”, los desechos orgánicos son tratados a través de la lombricultura, el uso de lombrices para hacer compostaje a partir de la descomposición vegetal de los residuos de alimentos. Como resultado, esta práctica permite reducir el 20% de los residuos orgánicos de la ciudad y obtener un abono rico en nutrientes y bajos niveles de contaminantes que los agricultores locales utilizan como fertilizante orgánico.

Ciudad de México (México). Su plan integral de economía circular “Basura Cero” comprende la prohibición de plásticos de un solo uso, la separación en origen, la recolección diferenciada, el reciclaje. el compostaje, el apoyo a cooperativas de recolectores urbanos, la promoción de la educación y la cultura ambiental, entre otras cuestiones.

Lima (Perú). El programa “Recicla Lima” tiene como objetivo educar y sensibilizar a los vecinos sobre la importancia de la separación de los residuos aprovechables (papel, cartón, vidrio, plástico, entre otros) y los no aprovechables, así como su posterior entrega a los recicladores formalizados y autorizados por la Municipalidad Metropolitana de Lima. Ellos se encargan de recolectar, transportar y comercializar los residuos con empresas autorizadas, a fin de transformarlos en materia prima para la elaboración de nuevos productos