La pandemia del COVID-19 puso nuevamente en primer plano problemáticas centrales para pensar el mundo actual y futuro: sistemas de salud inadecuados, brechas sociales, déficit habitacional y pobreza estructural. Si nuestro objetivo es lograr transformaciones de largo plazo, tenemos que mirarlas de frente y ofrecer soluciones sostenibles.

En nuestro país, estas problemáticas son especialmente visibles en los barrios populares. Sabemos que el crecimiento de la población urbana es imparable, y sus consecuencias se expresan en la informalidad, las deficiencias en el acceso a los servicios y la desigualdad de oportunidades.

El Barrio Mugica, también conocido como Barrio 31, era la imagen típica de esta realidad. Fue en este barrio donde se dio el primer brote de casos de la pandemia en la Argentina. Transcurrieron solo 37 días entre el primer caso confirmado y el tan nombrado pico de casos. 

Tuvimos que accionar rápidamente: creamos nuevos ejes de trabajo abocados a la emergencia y trabajamos en articulación constante con actores comunitarios, otras áreas del Gobierno de la Ciudad y el Ministerio de Salud de la Nación. En un gran trabajo en conjunto logramos poner en marcha el primer Operativo DetectAr del país para el rastreo, testeo y aislamiento de casos positivos. En menos de un mes logramos que se revierta la curva de contagios.

Esta respuesta fue posible, en parte, porque desde hace cinco años estamos llevando adelante el proyecto de integración social y urbana del Barrio Mugica. El proyecto más grande de América Latina trabajando para mejorar las condiciones estructurales de un barrio informal. 

Pero sería un error creer que todo se soluciona con obras, al contrario. Por eso trabajamos de manera simultánea en las distintas aristas que componen un abordaje integral: infraestructura, vivienda, conexión de servicios públicos, movilidad urbana, cuidado del medioambiente, acceso a la educación para todas las edades, atención de salud cercana y de calidad, generación de empleo y formalización de las actividades económicas. Buscamos que todos los vecinos y vecinas del barrio tengan los mismos derechos, condiciones de posibilidad y responsabilidades que cualquier otro  vecino de la Ciudad. 

Todo esto se logra reconociendo la identidad del barrio, haciendo de las capacidades instaladas una oportunidad y articulando entre todos los sectores para llevar adelante una integración sostenible en el tiempo. 

Este proyecto es solo un ejemplo, pero hoy el mundo necesita que sean muchos más. Intervenciones grandes, medianas y pequeñas. Todas juntas. Quizá parezca muy optimista, pero sé que los argentinos y las argentinas tenemos la capacidad de construir un futuro mejor.