Martín Yeza


Martín Yeza

Intendente



Pinamar es un experimento cultural

Pinamar es una ciudad de 22 km de longitud que se apoya a sus anchas sobre el océano atlántico, 4 km hacia el oeste se extiende un bosque interminable. Lo que mucha gente no sabe es que este bosque no es natural, es un experimento cultural producto de la imaginación del arquitecto Jorge Bunge y la familia Guerrero que hace ya unas cuantas décadas utilizaron el pino marítimo y el eucalipto para fijar los salvajes y dinámicos médanos, que por acción del viento parece rendir un homenaje al filósofo Heráclito. Es decir, es una ciudad cuyo bosque está creado culturalmente por las personas, no hay nada de natural en nuestro paisaje.

En tiempos como el actual esta esencia de la ciudad nos brinda algunas soluciones vitales para la ciudad que viene. 

Desde que comenzamos nuestra gestión en Pinamar en el año 2015, luego de algunos años de turbulencias institucionales, intentamos pensar a la ciudad desde valores elementales: Un espacio en el que se pondera la naturaleza, en donde por tradición además buscamos aumentar la naturaleza, combinado con una ciudad de amable arquitectura y propuestas gastronómicas, deportivas y culturales. Para esto hubo que desandar muchos caminos, desde el vamos el de los prejuicios políticos, así como también la idea de éxito asociada a la ciudad que se encontraba muy atada a la de los años 90: autos en Bunge, promociones, mega recitales, desfiles y muchos famosos. Nada de esto está mal individualmente, pero es un concepto limitado para una ciudad que aspira a mucho más.

La cultura en Pinamar estuvo atrofiada desde el sector público durante años porque en Pinamar hay solamente un teatro y es municipal, y las ideas de la política terminan siendo siempre las mismas: Hagamos un teatro nuevo, gastemos más plata. Como es normal en nuestro país, no siempre existe presupuesto para inversiones de este estilo, por lo que nos propusimos repensar la idea de qué es la cultura y qué se necesita para exista la cultura. Por eso la primera idea que pusimos en crisis fue la de no aceptar la idea de que la cultura es lo que ocurre en un edificio. La cultura no necesita solamente de un edificio, sí de infraestructura para ensayos, para el encuentro y relaciones, pero no para ofrecerlo al público. Decidimos tomar a la ciudad entera, los espacios públicos, las casas particulares, los bares y privados con intereses y empezaron a ocurrir cosas interesantísimas.

Lo primero fue una ordenanza para crear un consejo de políticas culturales, del cual surgió el proyecto de Casas de artista, hoy ya contamos con 5 casas de artistas que van desde herreros artesanos hasta una casas completa hecha de mosaicos que tiene repercusión y cobertura internacional. Lo siguiente fue empezar a pensar la escala de los eventos y en este sentido una de las propuestas que representa icónicamente lo que pensamos fue Picnic bajo las estrellas: un evento realizado en una noche de verano con una banda de jazz en homenaje a Woody Allen, rodeados de un parque escultórico en donde la entrada es venir con una reposera o una mantita para sentarse en el pasto y llevar para comer lo que cada uno quiere. Fue una experiencia única, con el sabor que tiene ser parte de un evento que nos hace sentir como si estuviéramos en una película, un evento en el que la gente se enamora o se reenamora y las amistades se fortalecen. Desde hace 5 años tenemos un programa: Pinamar aprende, que en el contexto del COVID 19 lo replanteamos hacia lo virtual, 120 cursos culturales que se dan vía online y en aulas virtuales.

A esto se sumó el uso de vidrieras, empezando por mi propio despacho que da a una de las esquinas más céntricas de Pinamar, como salas de muestra de cuadros, fotografía y herrería.

También implementamos un programa de artistas que se llama Cultura cerca, es un subsidio para producciones artísticas a las cuales subsidiamos, previo concurso de proyectos, para poder brindarle recursos económicos para que los grupos de artistas puedan seguir desarrollando conceptos de cara a la poscuarentena.

En la ciudad de la poscuarentena nos imaginamos muchos artistas apropiándose de la ciudad, en espacios peatonalizados, en ollas de bosque, en el mar alrededor de un fogón en medio de la noche, leyendo poemas en anfiteatros, contando cuentos de terror en el bosque. Para eso es necesario que la ciudad logre romper las fronteras que impiden pensar a la cultura como un factor socializante, que nos eleva como sociedad, que transmite valores y que tiene la enorme virtud de reunirnos a todos en la experiencia de algo distinto a todos nosotros y sentirnos unidos a la misma vez.

Pinamar es un experimento cultural desde su origen y en momentos de crisis como este tomamos la decisión de volver a nuestras bases. ¡Bienvenidos a todos los artistas de Argentina, en Pinamar los esperamos!

Ciudad global y diversa
Agosto 2020